viernes, octubre 27, 2006

Equivocado

Hace un tiempo, pase por la plaza de mi querido lugar, y vi sentado a un pibe. No tendría más de 18 años, regalando tiempo supuesto.
A su lado había una nena, que aparentaba los dos primeros años. Le preguntaba insistentemente, “papa, papa, ¿Cómo era?”.
Mientras pasaba por su lado, se me ocurrió que el pibe se habia equivocado, y que con su noviecita, no habían reparado en cuidados de tipo moral y profiláctico.
Producto de esa equivocación, había nacido esa nena, que seguro tendría mas crianza de sus abuelos que de los mismos padres.
Me imagine también, lo atado que estaría el pibe, al cargar el peso de la paternidad.
Pensé que el desgaste de pareja, en caso de que los jóvenes padres todavía lo fueran, les llegaría más temprano.
El caso es que este pibe le dice a su hija” repetí: TE-A-MO-PA-PA”
A lo que su hija obedeció sin preámbulos.
Por unos instantes, mientras me alejaba (100 o 120 pasos), me sorprendí deseando ser un pibe equivocado.

miércoles, octubre 25, 2006

cincuenta centavos de alegría

Con un millon de pesos, podría yo comprame una linda casa en un lindo barrio, plena de comodidades; auto importado incluído.
O viajar por lugares exóticos y disfrutar de la compañia de damas, de baja imagen, pero alta belleza.
O entrar en los lugares mas refinados, hacer ostentacion de mi buena fortuna y despilfarrar la misma en frivolidades placenteras.
Con cien mil pesos, los posibilidades se acortan un poco, pero aun me alcanza para un auto, incluso uno importado, no deamasiado caro, pero con buena estampa. incluiría eso una imagen de abundancia, y la posibilidad de conquistar alguna linda dama, que tenga austeras pretensiones.
Con diez mil pesos, me alcanza quiza para un autito, un viaje a cataratas, y un acotado despilfarro , en tiempo y cantidades, pero despilfarro al fin.
Con mil pesos, debería yo pensar en entrar a un lupanar local, y adecuarme holgadamente al tiempo de las bellezas de la zona, o comprarme una bici de dieciocho cambios, o invitar a salir a alguna desprevenida , agasajarla como se merece, y soltarle mis caninos, por ahi, quien sabe, cazo algo.
Con cien pesos, la cosa se acota drásticamente, puedo invitar a cenar a la misma chica, pero debo cocinar yo. O me compro un buen libro, suponiendo que mi eleccion sea correcta, y paso algunas horas de evasión mental. Sin efectos colaterales.
Pero da la casualidad, de que hoy no tengo cien, mil, cien mil y mucho menos un millon de pesos.
Solo tengo cincuenta centavos, que destinaré para comprar un bombon de chocolate, que a su vez te voy a regalar.
De ese modo cumplo con varios objetivos; primelo el regalo, despues te dibujo una sonrisa, y por último , como me alegra que rias, me compro a mi mismo, cincuenta centavos de alegría.
Hay que ahorrar, todo sube.Incluso mi cariño
.

silencio absoluto

Tengo la convicción de que se puede aislar el sonido. Si uno se concentra adecuadamente; se puede lograr el completo silencio.
Con esa premisa salgo a caminar por la playa. Mientras voy en dirección al poniente, siento el fresco viento en mi cara y mis oidos. Me concentro, lo aislo, y despues de un rato, ya no lo escucho. Primer paso terminado.
Entonces surge el mar inmenso, deviniendo aguas, adelante y atras, adelante y atras...
Vuelvo a concentrarme y aislo el océano, en pos del silencio absoluto. Una vez logrado eso, ya no lo escucho.
Ahora mientras camino, me doy cuenta de mis pasos. Y me paro.
Solo me quedan los latidos, pienso. Y vuelvo al ejercicio de la concentracion; de a poquito, respirando como dice el manual del buen yogui, bajo la cadencia de mi diástole-sístole, y ya no lo escucho.
Me queda por último, tu recuerdo, y empiezo el final de mi plan.
Me concentro, y te traigo a mi mente, para olvidarte definitivamente.
Debo aislar tu imagen.
Pero a la imagen de tu risa, le sucede el recuerdo del sonido. Y se me cuela otra imagen tuya, nombrándome. y mi cerebro reproduce tu voz.
Un recuerdo tuyo, cantando por la habitación, que alguna vez fue nuestra, me golpea la cara.
y de repente, escucho el mar, y el viento y lo que me rodea, y mis latidos acelerados, y de nuevo tu risa, esta vez sarcástica, hiriente. He logrado aislar tu recuerdo, pero no pude encerrarlo.
No existe el silencio absoluto. tampoco el olvido sin dolor.
Esa ultima reflexión, la he descubierto al escuchar mi llanto, que antes no escuchaba.