viernes, enero 23, 2009

La puñalada

Si se lo pidiera, el pibe se tiraría en el barro para que ella no se ensuciara los pies. Todos saben que no es tan así, pero el tiene la absoluta certeza de que ella esta destinada a ser su amante eterna.
Sueña con sus ojos en el día, y con otras cavidades en la noche, sin que ya exhausto el y difusa la imagen de su amada, se pierda la estela de inmaculado esplendor.
Sentado en el cordón de la vereda una vez entablo tres o cuatro frases sin importancia sobre alguna amiga, que atesoró como si fueran cuentas de vidrio, frágiles, hipnóticas, coloridas, vanas.
Ayer la vio cerca de la plaza dando vueltas con la amiga más fulera, que por otro lado, también es la que peor le cae.
Ese es el motivo de su presencia hoy debajo del siempre verde. Ver al menos pasar el resplandor de su silueta, con una improbable esperanza de que por las cosas del destino, le escupa dos o tres cuentas mas de vidrio.
Un vestido blanco, casi etéreo, ve venir por la otra esquina, y prepara su mejor cara de sorpresa.
No se dio cuenta del saludo, a modo de mango engarzado, solo pudo atender al filo del cuchillo, en forma de novio visionario.