Lo encontré detrás del humo en un bar perdido. En todos los puertos existe un bar de esos.
El estaba en el fondo, cubierto de la sombra del rincón.
Parecía un perro viejo, molesto por su entorno.
Con la excusa de sentarme, (no había mas sillas que la de su mesa), le interrumpí su cerveza.
Me hubiese gustado que fuera negra (la cerveza), pero solo había rubia, y tibia.
Mientras me la traían, comencé a divagar sobre las cosas de la vida.
Dinero, trabajo, vicios, etc. Todo parecía infructuoso, hasta que mencione las mujeres.
Entonces se incorporó un poco de la silla, como preparándose para echarme, pensé.
Tomo un trago, y sus ojos se pusieron vivaces. Me miró como si fuera una silla, mi presencia no importaba, algo se le había despertado.
Me habló de mares calmos y arenas calidas, de mujeres azules y palmeras con sombra.
Me contó de valles húmedos y montes amigables.
Puso especial énfasis en una maga, que con besos y caricias, le había robado el corazón.
Viajó por paisajes sin formas, y volvió a morder frutos prohibidos. Bebió vinos especiados, y cervezas multicolores.
Bailo al son de mil ritmos, y se emborracho de desenfrenos. Peleó mil batallas y perdió muchas. Amó, sufrió, y se repuso a fuerza de esperanzas en nada.
Al fin, se calló, para dar paso al sonido del bar.
Era tarde y le pague otra cerveza. Lo mire y me fui.
Ya no veía un perro viejo, sino una especie de halcón con la pata lastimada.
Volví varias veces al lugar, pero no lo vi mas.
Me gusta imaginar que recordó la manera de volar, y ahora esta en un lugar de arenas blancas y palmeras con sombra, al lado de la maga, recorriendo valles y montes.
he perdido alguna vez, mis documentos. un amor. la inocencia. la adolescencia. he perdido la batalla contra el tiempo, y la sigo perdiendo. me perdi en el resplandor de una sonrisa.Quizas la historia de mi vida se resuma en eso. la derrota de lo que quise y no pude, o no quiso, o no quise. pero al fin y al cabo. no me arrepiento de ser el paladin de quien todos rehuyen.
viernes, abril 03, 2009
jueves, marzo 26, 2009
reinos
El pibe sale de su casa rumbo al baldío contiguo, atrás resuenan gritos y palabras que parecen nubes.
Se frota la cabeza despacito, haciendo inventario de la última paliza.
Un chichón aparece amenazante, y la pierna le duele en la marca del cintazo. Algo bueno, piensa, es que su padre mañana invadido por la culpa, lo tratara bien y hasta quizá le compre algún helado. Si esta sobrio, claro.
Tiene desde ahora unos tres o cuatro días de descanso hasta la próxima epopeya.
Lleva un puñado de azúcar y una botella separada en dos mitades. Falta poco para llegar, escala la montaña de escombros y empieza el descenso.
Baja y se arrodilla entre el pasto, al lado de su hormiguero
Deja agua en una mitad de la botella, y en la otra, el azúcar.
Nada les faltara a sus hormigas mientras el sea su mentor. Hace un puente con maderitas y un techo de piedras, por si llueve.
Detrás de los escombros, en su dominio, es invulnerable.
Se frota la cabeza despacito, haciendo inventario de la última paliza.
Un chichón aparece amenazante, y la pierna le duele en la marca del cintazo. Algo bueno, piensa, es que su padre mañana invadido por la culpa, lo tratara bien y hasta quizá le compre algún helado. Si esta sobrio, claro.
Tiene desde ahora unos tres o cuatro días de descanso hasta la próxima epopeya.
Lleva un puñado de azúcar y una botella separada en dos mitades. Falta poco para llegar, escala la montaña de escombros y empieza el descenso.
Baja y se arrodilla entre el pasto, al lado de su hormiguero
Deja agua en una mitad de la botella, y en la otra, el azúcar.
Nada les faltara a sus hormigas mientras el sea su mentor. Hace un puente con maderitas y un techo de piedras, por si llueve.
Detrás de los escombros, en su dominio, es invulnerable.
jueves, marzo 05, 2009
EL PASO
El peregrino miro hacia la pequeña luz que quedaba encendida esa noche en la periferia de ese desconocido pueblo.
Uno como tantos que sus pies habían pisado. Casas bajas, ventanas indiscretas, miradas inquisitivas.
Golpeo y salio una mujer de rostro cansado, que lo invito a pasar sin preguntarle nada.
Luego de una frugal cena, a la luz de una vela pobre, puesta en un viejo tarro de mermelada, ella se levanto sin musitar palabra alguna.
Paso un tiempo en que el hombre paseo su vista por la casita humilde, de paredes opacas, y piso de material.
Una como tantas de pueblos como tantos.
La dueña volvió con un recipiente de agua tibia, y se arrodillo a sus pies.
Con mano firme, pero sensible, le lavó los pies, y luego las piernas.
El la acaricio con mano agradecida, y ella le correspondió desabrochando su camisa.
Las sombras se fueron aclarando y la vela se fundió solemne, hasta que al final, al amanecer el peregrino vistió su historia y salio al camino.
Solo cuando era un punto borroso, la mujer se asomo a la puerta, y balbuceo para si misma:
-No tardes otros cinco años en volver-
El viento le contesto enfriándole la cara.
Uno como tantos que sus pies habían pisado. Casas bajas, ventanas indiscretas, miradas inquisitivas.
Golpeo y salio una mujer de rostro cansado, que lo invito a pasar sin preguntarle nada.
Luego de una frugal cena, a la luz de una vela pobre, puesta en un viejo tarro de mermelada, ella se levanto sin musitar palabra alguna.
Paso un tiempo en que el hombre paseo su vista por la casita humilde, de paredes opacas, y piso de material.
Una como tantas de pueblos como tantos.
La dueña volvió con un recipiente de agua tibia, y se arrodillo a sus pies.
Con mano firme, pero sensible, le lavó los pies, y luego las piernas.
El la acaricio con mano agradecida, y ella le correspondió desabrochando su camisa.
Las sombras se fueron aclarando y la vela se fundió solemne, hasta que al final, al amanecer el peregrino vistió su historia y salio al camino.
Solo cuando era un punto borroso, la mujer se asomo a la puerta, y balbuceo para si misma:
-No tardes otros cinco años en volver-
El viento le contesto enfriándole la cara.
jueves, febrero 26, 2009
Pequeño Mundo
Bailaba amalgamada con el fuego, trazando líneas tan irregulares, como las de las llamas.
A trasluz, se la veía descollante, imbuida en ese desenfreno autista, tan pagano, que desde mi privilegiada posición de espía, sentí celos del fuego.
La arena se desarma placenteramente bajo sus pies, agregando al cuadro un paisaje mas de belleza mancillada.
Cuando al fin cayó en mis brazos, extasiada, su cuerpo exudaba sales y humo, como un exquisito manjar puesto en la cueva de un hambriento lobo.
No quiso seguir amando al fuego, que se extinguió de tristeza.
Para la mañana, la magia se había ido, cual circo que deja un claro para dar paso a los arbustos. Fue entonces cuando despertó de su letargo y salio caminando.
Al sonido del mar solo se le agregaba algún graznido de gaviota, hasta que su mano apretó la mía con fuerza.
“No dejes que pase este verano” me dijo.
Todos los días miro al sol pidiendo que retrase su caída.
A trasluz, se la veía descollante, imbuida en ese desenfreno autista, tan pagano, que desde mi privilegiada posición de espía, sentí celos del fuego.
La arena se desarma placenteramente bajo sus pies, agregando al cuadro un paisaje mas de belleza mancillada.
Cuando al fin cayó en mis brazos, extasiada, su cuerpo exudaba sales y humo, como un exquisito manjar puesto en la cueva de un hambriento lobo.
No quiso seguir amando al fuego, que se extinguió de tristeza.
Para la mañana, la magia se había ido, cual circo que deja un claro para dar paso a los arbustos. Fue entonces cuando despertó de su letargo y salio caminando.
Al sonido del mar solo se le agregaba algún graznido de gaviota, hasta que su mano apretó la mía con fuerza.
“No dejes que pase este verano” me dijo.
Todos los días miro al sol pidiendo que retrase su caída.
viernes, enero 23, 2009
La puñalada
Si se lo pidiera, el pibe se tiraría en el barro para que ella no se ensuciara los pies. Todos saben que no es tan así, pero el tiene la absoluta certeza de que ella esta destinada a ser su amante eterna.
Sueña con sus ojos en el día, y con otras cavidades en la noche, sin que ya exhausto el y difusa la imagen de su amada, se pierda la estela de inmaculado esplendor.
Sentado en el cordón de la vereda una vez entablo tres o cuatro frases sin importancia sobre alguna amiga, que atesoró como si fueran cuentas de vidrio, frágiles, hipnóticas, coloridas, vanas.
Ayer la vio cerca de la plaza dando vueltas con la amiga más fulera, que por otro lado, también es la que peor le cae.
Ese es el motivo de su presencia hoy debajo del siempre verde. Ver al menos pasar el resplandor de su silueta, con una improbable esperanza de que por las cosas del destino, le escupa dos o tres cuentas mas de vidrio.
Un vestido blanco, casi etéreo, ve venir por la otra esquina, y prepara su mejor cara de sorpresa.
No se dio cuenta del saludo, a modo de mango engarzado, solo pudo atender al filo del cuchillo, en forma de novio visionario.
Sueña con sus ojos en el día, y con otras cavidades en la noche, sin que ya exhausto el y difusa la imagen de su amada, se pierda la estela de inmaculado esplendor.
Sentado en el cordón de la vereda una vez entablo tres o cuatro frases sin importancia sobre alguna amiga, que atesoró como si fueran cuentas de vidrio, frágiles, hipnóticas, coloridas, vanas.
Ayer la vio cerca de la plaza dando vueltas con la amiga más fulera, que por otro lado, también es la que peor le cae.
Ese es el motivo de su presencia hoy debajo del siempre verde. Ver al menos pasar el resplandor de su silueta, con una improbable esperanza de que por las cosas del destino, le escupa dos o tres cuentas mas de vidrio.
Un vestido blanco, casi etéreo, ve venir por la otra esquina, y prepara su mejor cara de sorpresa.
No se dio cuenta del saludo, a modo de mango engarzado, solo pudo atender al filo del cuchillo, en forma de novio visionario.
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