viernes, enero 05, 2007

sincronizados

La muchacha mueve sinuosamente sus hormonas. Sabe que los demás piensan que es hermosa; se sabe hermosa. Camina la calle destapando imaginaciones de romance. Se convierte en múltiple amor platónico de los cientos que patrullan el paisaje buscando utopías.
No se porque las esquinas tienen ese imán para los hechos, todo pasa en una esquina, nunca en mitad de cuadra….
El caso es que en una de esas esquinas, la linda chica se cruza con un muchacho, nada especial, pero hay algo; ese no se que, esa simbiosis que provoca confusión.
“por casualidad”, la chica necesita saber que hora es, y “por casualidad”, el chico tiene hora. Y empieza el tiempo a ser extraño cupido de ese par.
Se ven, se acuerdan, se conocen, se esperaban, se enamoran.
A dos cuadras exactas (porque el destino tiene esos caprichos) hay otro par que se cruza, podrían ser una futura pareja de enamorados, como los dos que acaban de conocerse…
Pero la chica no quiere saber la hora, y el pibe no usa reloj.
Avatares del tiempo, caprichos del destino, o balance de la vida, quien sabe…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las esquinas tienen esa propiedad... del encuentro, pero a veces el encuentro es inevitable, el tema, efectivamente es que alguien quiera saber la hora. Patry