Se despojó de héroes que laceraban su esperanza, persistió en la búsqueda de la felicidad, como quien busca tres granos de azúcar en un lodazal.
Analizó fríamente las plumas que lo influenciaban, y descartó casi todas, incluso aquellas que no causaban efecto alguno sobre su existencia.
Probó nuevos sabores, desdeñando los viejos, en busca de un aroma que lo convenciera de quedarse.
Se espantó con ganas los reproches, para ser libre, lo mas libre posible.
Cayó como todos en el pragmatismo del despojo, y grito a los cuatro vientos sus secretos mas guardados.
Untó de verdad las paredes del deseo, y cortó de plano el peso de su historia.
Sangró hasta desfallecer, se curó, coaguló y volvió a sangrar, los mares de estructuras.
Rasgó el suelo con sus manos, enterró por fin su antiguo ser, y se alejó, todo distinto.
Nadie clama por su inocencia muerta, nadie festeja su sabiduría nueva.